¿Cicatrices o Huellas en tu vida?


¿Cicatrices o huellas en tu vida?
Por. Miriam Elena Fonseca Garrido.


La violencia, una palabra que ya no es nueva en nuestro vocabulario y de la cual ya no es sorprendente escuchar,¿ acaso es tan cotidiana que ya pasa por desapercibida?, ¿o es que ya se ha convertido en parte de nuestra vida diaria?.
Cuando hablo de violencia, no me refiero a sangre, golpes o asesinatos, sino a toda acción o acontecimiento que crea heridas, y que sin importar cuanto tiempo pase, siempre dejará una cicatriz.
No es necesario el contacto físico para lastimar a alguien. Actualmente la violencia es una de las principales barreras para el desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad, país e incluso economía.
Empecemos desde la raíz del problema, ¿Cómo pretendemos crear ciudadanos que amen a su país y que sientan pasión por su patria, cuando es su nación la que les enseña que los conflictos se arreglan con violencia?
Nuestra sociedad cada vez se enfría más, congelando y petrificando el corazón, sentimientos y emociones de las personas. Ya no es permitido llorar, y destinar unos minutos del día a escuchar una canción hermosa, se ha convertido en “tiempo perdido”.
Vivimos en una constante carrera contra el tiempo, con rutinas que nos impiden saborear, escuchar, olfatear y observar, hemos muerto a nuestros sentidos, convirtiéndonos en seres vacíos, que solo se limitan a cumplir con sus tareas, sin sentir pasión por un minuto de los 1440 que vivimos a diario. Esta es la razón suficiente para desensibilizarnos de lo que ocurre en nuestro alrededor, creando y viviendo en nuestro propio mundo de conflictos, obligaciones, responsabilidades y problemas.
La solución no está en vivir en un mundo perfecto, libre de conflictos y guerras, porque es lamentable saber, que siempre existirá un motivo por el cual estar preocupados, tristes o enojados, pero es muy consolador tener la certeza de que siempre habrá mil motivos más que mantengan nuestra esperanza viva, a esa pequeña luz al final del túnel, la cual nos indica que debemos de continuar sin importar lo que pase y que nos tenemos que levantar sin importar que tan fuerte hayamos caído.
Nada, ni nadie nos puede robar la alegría de vivir. Debemos de apasionarnos por lo que vivimos, disfrutar de todo lo que hacemos y saborear todo lo que paladeamos.
La vida es sinónimo de constantes cambios, y eso es lo emocionante de ella, que es misteriosa y nunca sabemos que sorpresa nos tiene lista, por eso, jamás será una línea recta, es una serie de puntos, que al unirlos, forman figuras hermosas.
Lo único que sabemos con certeza, es que todos tendremos un final. Somos seres con fecha de caducidad, pero está en nosotros decidir si queremos dejar un camino marcado con huellas o con cicatrices.

Miriam Fonseca
Escritora WACX




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