VIVIMOS UNA VIDA MUERTA



“VIVIMOS UNA VIDA MUERTA”
Por: Miriam Elena Fonseca Garrido.

En nuestro mundo actual, las generaciones, ya no nacen con la opción de decidir si quieren globalizarse o si prefieren vivir en un mundo desconectado de la realidad, en donde se puede sobrevivir de forma individual. Nacen condenados a vivir y desenvolverse en un mundo en donde la “identidad cultural”, ya es un término obsoleto, y que sin importar al país que vayas, siempre encontrarás un Mc Donalds y Starbucks en la esquina. Y claro, ya no es de extrañase, que las relaciones personales se establezcan a kilómetros de distancia, en países o incluso, en continentes diferentes.

Vivimos en un mundo sin fronteras, en donde la distancia ya no se mide en metros, ni el tiempo en horas, y donde el combustible de las personas, es el dinero. Pero, ¿hasta qué punto podemos decir que el dinero es el principal motor del mundo?, la respuesta es: hasta el punto en que cada uno decidamos.
Sin importar el crecimiento del mercado, el aumento de la globalización, los avances tecnológicos o increíbles desarrollos que nos presente la ciencia, nunca debemos de perder la “capacidad de asombro”, ya que es la única capaz de mantener nuestro sentido humano vivo.

El día en que un amanecer nos deje de emocionar, y un atardecer nos deje de sorprender, es porque ese día, hemos muerto en nuestro interior, y nos podremos definir como un ser “inerte”, incapaz de disfrutar de los hermosos detalles que nos regala la vida.
 La sociedad y nuestro actual ritmo de vida, nos obligan a tomar un comportamiento robótico, y a vivir una vida muerta, carente de emociones, identidad y cada vez con menos valores, pero la decisión de aceptar o rechazar a esta “vida moderna”, está en cada uno de nosotros.
Los financieros y no financieros, incluso las personas que estudian a las bellas artes, nos encontramos en peligro de caer en una vida vacía, en donde el dinero, los negocios y la globalización, se conviertan en los dueños de nuestra vida, decisiones y sobre todo, de nuestra felicidad.
No digo que el dinero sea el padre de todos los males, o el responsable de todas las catástrofes mundiales, pero sí, que su mal manejo, podría convertirlo en el detonante de una tercera guerra mundial, o peor aún, en el responsable de terminar con nuestros cinco sentidos, matando el placer de vivir, disfrutar y  saborear de la esencia de la vida.
Sin importar que tanto suban o bajen los mercados, nunca debemos de dejar de sonreír al ver una estrella, de emocionarnos al ver una nube con una forma increíble y sobre todo, nunca dejar de sorprendernos al ver cosas cotidianas, porque estas son las únicas que siempre cambian.
Nosotros somos los autores de nuestra historia, los diseñadores de nuestros sueños, y los arquitectos de nuestras fronteras y obstáculos.
Cada día es una página en blanco, en la cual debemos decidir que personajes aparecerán y cómo será la trama. Tú decides si quieres tener una historia de amor, suspenso, comedia, terror o tragedia. Pero sea cual sea la trama que elijas, asegúrate de que el final haga feliz al autor y no al público espectador.

Miriam Fonseca escritora WACX


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